El espacio denominado Pretemporada se viene desarrollando hace varios años en nuestra institución. Son dos semanas extremadamente exigentes para nuestros deportistas que comienzan a entrenar a las seis de la mañana, motivados por el esfuerzo y el compromiso para mejorar cada vez más su propio rendimiento.
En el mes de febrero diferentes deportistas de nuestras actividades como básquetbol, handball, futsal y karate se llenan de energía para desplegar un sacrificio que los lleva al límite de sus fuerzas y capacidades. En algunas jornadas más de cien de nuestros jugadores se presentan a las seis de la mañana en el Club para comenzar los entrenamientos.
Algunos de ellos ponen el despertador a las cuatro y media, con el cielo colmado de estrellas y recorren distancias para dar lo mejor de sí durante dos horas y en pleno amanecer.
El cuerpo técnico y las dos goleras del futsal femenino son un claro ejemplo de lo que decimos. Sebastián, David y Estefi se venían desde Pando, mientras que Sol tenía que recorrer un tramo un poco más largo desde Empalme Olmos.
Aída y Natalia, también del futsal, venían y volvían en bicicleta desde el Centro, teniendo además jornadas largas por sus respectivos trabajos.
Pero todos los que entrevistamos coincidieron en la misma reflexión: “valió la pena”.
Lea y Zoé son dos jugadoras de nuestro equipo de básquetbol femenino. Su padre, Quique, se sumó también a los ejercicios de la pretemporada con casi 50 años, entrenando a la par y haciendo el mismo esfuerzo que todos, aunque, como dijo su hija Lea bromeando, “para los ejercicios de resistencia a veces fallaba un poco”.
Quique sostuvo que fue la primera pretemporada que hizo en su vida. “Yo hago gimnasia con Jorge Olalde (responsable de la coordinación de la Pretemporada en Malvín) en las clases de martes y jueves y fue quien de alguna manera me comenzó a motivar para participar. Al principio pensé que era mucho para mí, pero como mis hijas también me insistieron mucho, diciéndome que estaba buenísimo y que me iba a gustar, me terminaron por convencer. No les aseguré nada, pero quise probar a ver cómo me sentía y la verdad que terminé viniendo todos los días. Fue divino compartir esta actividad con ellas, con grupos de jóvenes, de entre 15 y 20 años, con una energía a flor de piel, ver el amanecer en la Playa Malvín, en mi barrio. Todos los días me levantaba a las cinco, me preparaba el mate, el desayuno para las gurisas, jugo de naranja para Lea y café con leche para Zoé, y a las seis menos cuarto arrancábamos para el club”, dijo con una sonrisa en su rostro.
Lea y Zoé hacen la pretemporada desde que están en el plantel de básquetbol. “Creo que este es el cuarto año”, afirmó Lea. “En este se sumó mi padre. La verdad que papá se haya sumado con nosotras es una inspiración porque con 50 años y meterle todos los días a las cinco de la mañana para entrenar con nosotras es admirable”.
Zoé, por su parte, destacó que “está muy bueno poder entrenar los tres juntos y que él pueda aprovechar la oportunidad. Mi padre siempre es de levantarse temprano, a las seis de la mañana. Así que él siempre nos despertaba a las dos, nos preparaba el desayuno e íbamos al club”. Eso sí, aseguró que “papá nunca hizo deporte profesional y nosotras estamos un poco mejor físicamente que él (risas), pero para la edad que tiene está muy bien”.
Si bien a Quique le gusta levantarse temprano y aprovechaba despertar a sus hijas, Fabián lo vivía de manera diferente. Es parte del plantel de karate del Club y también del cuerpo docente, enseñando una disciplina con mucha historia en nuestra institución. Él entrenaba de 6 a 8 de la mañana y trabajaba como profesor en la segunda tanda, donde los ejercicios estaban destinados a una franja etaria menor. Para él fue su primera Pretemporada como profesor, pero entrenando hizo todas desde el inicio. “Uff, me levantaba muy temprano”, expresó reconociendo el sacrificio. “Yo soy de acostarme tarde, así que dormía muy poco. Me despertaba cuatro y media de la mañana para arrancar hacia el Club”. Cuando le preguntamos cómo se motivaba para levantarse tan temprano fue muy contundente con su respuesta: “el entrenamiento es mi principal motivación. Me encanta entrenar en la Pretemporada porque sé que es el inicio para todo el año, es la base para todo lo que se viene. Yo creo en el compromiso con el deporte y si tengo que levantarme a las cuatro y media para entrenar lo hago con gusto”.
Esa exigencia también la trasladó como profesor. Al respecto manifestó que “soy muy exigente. Me gustan que me exijan y también exijo para elevar el rendimiento. Creo que como experiencia para ellos, si bien quedaban cansados, se sentían satisfechos de estar a la altura de las exigencias que tenían por delante”.
Fabián no fue el único que se levantaba a las cuatro y media de la mañana.
Sol tiene 17 años y vive en Empalme Olmos. “De Empalme Olmos iba hasta Pando para luego ir hasta el Club. Me levantaba a las 4 y 30. El comienzo fue lo más complicado, pero luego lo disfrutás muchísimo. Nunca había hecho una pretemporada y me gustó un montón entrenar de mañana. El primer día tuve más ganas de seguir durmiendo que de venir a entrenar. Me costó levantarme, más que nada porque no sabía con qué me iba a encontrar. Pero después del segundo día que vine me encontré con algo que me gustó mucho más de lo que esperaba. Fue re matador el principio, fundamentalmente los ejercicios en la arena, pero luego la fuimos llevando y valió mucho la pena. Entrenar en pleno amanecer fue de lo más lindo de la pretemporada, ver el sol salir era una motivación extra”. Reconoció que la Pretemporada “es un pasito para arrancar bien el año que suma mucho, tanto en lo grupal como en lo individual”.
Sebastián es el entrenador principal de futsal femenino y también vive en Pando. Al igual que Fabián y Sol despegaba a las cuatro y media: “me daba un baño para despertarme, desayunaba y luego los pasaba a buscar para llegar al Club. Valió la pena. Fue muy bueno entrenar con otras disciplinas del club, handball, básquetbol, karate”. Su mensaje como entrenador es especial: “el deporte es una actividad espectacular y no todos tenemos la oportunidad de hacerlo. Creo que es muy importante para los que la tenemos de aprovecharla al máximo y transmitir esa alegría al resto, desde el ejemplo, el compromiso y la responsabilidad”.
David, su asistente, utilizaba otra metodología: “en mi caso, me levantaba lo más sobre la hora posible. Si salíamos a la cinco me levantaba quince minutos antes. Me costaba arrancar. Es la primera vez que entreno tan temprano y me encantó y pensaba “menos mal que vine”. Levantarse a esa hora de la mañana para entrenar y luego seguir con las actividades del día, llegando a casa muy tarde, implicaba contar con mucha motivación. La principal era dar el ejemplo y que nuestras jugadoras vean el compromiso. Re valió la pena, aparte el grupo de profes fue espectacular, todo el tiempo nos motivaban a seguir y nos daba para adelante. Eso estuvo buenísimo”.
Para Estefi “levantarse a las 5 de la mañana fue complicado. En mi caso laburo hasta las 12 y no me acuesto hasta la 1 de la mañana. Acostarse pensando en levantarse tan temprano fue difícil, pero cuando terminaba la actividad me sentía totalmente renovada. Nunca lo había hecho, es hermoso entrenar en la mañana, valió la pena la experiencia y el esfuerzo por estar. El primer día fue el más complicado. Venís de un mes o un mes y medio sin hacer nada y te suena la alarma temprano para ir a entrenar. Pero luego ves que entrenar amaneciendo es divino y eso de por sí hace que valga la pena. Es un postal”.
En el caso de Aída, una de las jugadoras más experientes del plantel de futsal, la pretemporada “al principio fue bastante exigente pero después le agarré el ritmo. No sufría al levantarme temprano o al poner el despertador. Sufría a la vuelta. Porque de acá me iba a mi trabajo en bici hasta el Centro después de entrenar. ¡A las 10 y media de la noche ya estaba para acostarme del cansancio del día! Pero valió la pena y ahora que lo pienso me hubiera gustado que fuera más larga. Está bueno entrenar con deportistas de diferentes disciplinas y de diferentes edades”.
Su compañera de equipo, Natalia, también venía en bici: “Nunca había hecho una pretemporada así, tan temprano, con un club, y la verdad estuvo buenísimo, muy intenso. Yo me levantaba cinco menos cuarto para venir en bici por toda Avenida Italia. Yo vivo en Colonia y Cassinoni. No lo pensaba cuando ponía la alarma, lo hacía de forma automática”.
Por su parte Agustina fue muy clara con sus impresiones: “¡me encantó! Me parece que estuvo muy bien organizada y siempre se buscaron formas distintas de organizar las actividades y eso está bueno. La noche anterior cuando había que poner el despertador me sentía mal, pero luego cuando sonaba me levantaba con energía. Me parece que para el año que viene yo propondría que la pretemporada fuera obligatoria para todo el plantel por parte del cuerpo técnico. Es una instancia de integración institucional y creo que apoyarnos entre todos los deportes está bueno, también para difundir nuestras actividades”.
En ese sentido queremos cerrar la nota con las palabras de Quique respecto a su experiencia y su recomendación para el año que viene para el que quiera sumarse: “diría que es una experiencia bárbara, empezar el día con deporte bien temprano, y más si podés compartirlo con gente joven, es algo que te vitaliza, te da energía, es algo muy hermoso, y más hacerlo en el barrio. El equipo de profesores te brinda mucha comodidad, hay mucha sinergia para la actividad y en lo personal también lo hizo especial hacerlo con mis hijas. Todo el esfuerzo de levantarse temprano y arrancar a entrenar lo valió completamente, fue divino”.
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Para mi fue la primera y una experiencia muy enriquecedora que la tomé con gran responsabilidad y disfrute cada jornada. Hay un grupo de trabajo muy bueno, me sentí muy cómodo y marcó en mí un gran aprendizaje. Feliz de ser parte de esta etapa y muy motivado de la oportunidad que se me permitió vivir en el club.