Un Club es tan grande
como las personas
que a lo largo de su historia
lo construyen
1938
El Club Malvín quedó constituido el 28 de enero de 1938 en una zona de Montevideo dedicada, en aquella época, para el veraneo y el descanso de muchos montevideanos.
La primera sede del Club se encontraba en uno de los típicos “ranchos” de madera y zinc en la calle Río de la Plata casi Orinoco. El predio fue arrendado por el primer presidente provisorio, Don Alberto Nieto. También en ese mismo año se comenzó la actividad deportiva, disputando el campeonato federal de básquetbol de 4ª de Ascenso en la primera cancha que estuvo ubicada en Amazonas, frente a Mal Abrigo, y que fue construida por los dirigentes, asociados y jugadores. La segunda sede fue una vieja casa, con una destartalada canchita de bochas, ubicada en la esquina de Pilcomayo y Amazonas. La tercera fue una muy amplia y bien ubicada casa, también elaborada de madera, en la calle Orinoco y Amazonas, donde se construyó posteriormente el edificio que ocupó el Banco de Crédito. La cuarta, en lo que se dijo una de las casas más hermosas, ubicada en Michigan, entre la Rambla y Orinoco. En esta sede comenzaron a realizarse bailes y espectáculos en una amplia pista de patín que el Club construyó a los fondos de la misma.
1946
Hacia el año 1946 la cancha de Amazonas resultaba precaria e insuficiente. Se presentó la posibilidad de comprar por intermedio del Banco de Crédito un predio de 4500 metros cuadrados, que se encontraba en los médanos formados desde la parroquia hacia el norte. La asamblea que resolvió la compra tuvo que aceptar que en la zona costera resultaba imposible adquirir un predio de tales características.
Un año después se colocó la piedra fundamental y lentamente se fueron iniciando las obras, donde la colaboración de la barriada resultó trascendente para conseguir las bolsas de portland y el hierro imprescindibles para la construcción. Los planos de la obra fueron diseñados en forma honoraria por el arquitecto Raúl Sichero, asociado de la institución, contando con la invalorable colaboración de Rúben Carcavallo.
La obra evidenció dos figuras motores: Don Alberto Martínez Oliva, presidente por varios ejercicios que fallece en 1951, y Don José García Patiño, prestigioso comerciante de la zona, quien tomó el camino del compromiso de culminar la obra.
1952
Gracias al trabajo y generosidad de estos dos hombres y al esfuerzo de decenas de socios y amigos se logra inaugurar el 30 de agosto de 1952 el Estadio del Club Malvín. A la inauguración asistieron autoridades nacionales y departamentales, como el Intendente de Montevideo Germán Barbato y el Presidente de la Junta Departamental, Ignacio Bassano, quienes se comprometieron a expropiar los predios linderos sobre la Avenida Legrand, Rivera y Gallinal, para crear un Centro Deportivo de Malvín.
El Estadio contaba con una reluciente tribuna de hormigón, primera en el país, con capacidad para 3000 personas cómodamente sentadas y su sede social con un pequeño gimnasio para diversos usos, una amplia cantina y lugares aptos para futuras obras.
1975
Otro mojón trascendente en la historia malvinense resultó la presidencia de Juan Francisco Canil , reconstruyendo la institución en todos los aspectos a partir de 1975 hasta fines de la década del 80′ y efectuando el tránsito del básquetbol amateur al profesional. En otro orden, se construyen la canchas de tenis gracias al esfuerzo de Virginio Peluso, se pone en funcionamiento la sala de musculación y se concreta el sueño de muchos socios: la piscina abierta.
En la década del 90′ el Club logra cumplir un viejo anhelo y culmina la obra del gimnasio cerrado, donde disputa actualmente los campeonatos federales y entrenan los diversos planteles.
1996
Historia del gimnasio Juan Francisco Canil
El domingo 28 de enero de 1996 se realizó la inauguración oficial. De todas formas las divisiones formativas ya habían utilizado el nuevo gimnasio con anterioridad. Con las estrofas del himno nacional, dio comienzo una gran noche de festejos. Se realizaron demostraciones de todos los deportes que Malvín desarrollaba. Así se apreciaron actividades de básquetbol (femenino y masculino), gimnasia rítmica, handball, voleybol, fútbol de salón y karate. Luego el presidente en aquella instancia, Werther Yánez, realizó un discurso y descubrió las placas con el nombre del nuevo gimnasio.
Como cierre de la jornada se enfrentaron en un partido de básquetbol jugadores de Primera División de aquel año, como Santiago Lacasa, Rodrigo Riera, Marcelo Pérez y Juan Pablo Serdio, frente a ex jugadores históricos de la playa.
Construir aquella obra en aquellos tiempos muy complicados (Malvín venía zafando del descenso en cada temporada) fue muy difícil e implicó muchísimo esfuerzo. En ese rubro se destacó la figura de Juan Francisco Canil que empujó por todos los medios posibles el desarrollo del gimnasio.
La gran oportunidad llegó a través de la venta de Juan Manuel Moltedo a Il Messagero de Roma, que significó un ingreso para la institución que rondó en los 175 mil dólares. Sin dudas que ese dinero aportado por la transferencia representó los primeros pilares de la nueva obra que se comenzaba a pensar. También es cierto que no fue el único ingreso. Casi paralelamente Malvín realizó otra importante transferencia para el medio local, que fue la de Marcelo Capalbo.
La construcción comenzó en 1994. En octubre de 1995, cuando dio inicio el Federal de ese año, colocaban el piso y comenzaban a realizar las últimas terminaciones. En esa temporada Malvín debió jugar como local en el Cilindro Municipal. “En una primera instancia se contrató una empresa que fue la encargada de realizar toda la estructura de hormigón. Luego todo el resto fue hecho por funcionarios del Club”, recuerda Juan José Xicarts, el popular Ñato, quien trabajaba en la cantina del Club e integraba la Comisión de Básquetbol de entonces.
Juan José hace memoria: “También es cierto que hubo socios que de alguna manera intentaban colaborar. Por ejemplo hubo un socio que realizó toda la instalación eléctrica del gimnasio, hubo otros que colocaron los aros. Recuerdo que los tableros fueron traídos desde Canadá, con ese sistema de bajar y subir que se continúa utilizando hasta ahora. Luego se compraron las gradas, las que están ahora por detrás de los bancos de suplentes y de la mesa de control, que se utilizaban antes en las domas de la Rural del Prado. Finalmente el piso lo colocó una empresa especializada, si no me equivoco fueron los empleados de Rego”. En ese sentido el Ñato viaja años atrás y nos cuenta que “si bien no tiene nada que ver con el gimnasio recuerdo que una de las mayores alegrías que tuve fue cuando pusieron el piso de betumen en la cancha de afuera, falté junto a mis amigos a una materia en el liceo para venir a ver cómo lo ponían, ver aquella máquina dando forma a la cancha nos llenó de orgullo”.
Pero la obra del gimnasio que se desarrollaba en 1995 tuvo sus problemas por aspectos económicos. Luego de realizada la estructura por una empresa, el Club apenas pudo colocar a trabajar en ella a dos funcionarios, destacándose sin dudas el gran esfuerzo de Efrain Gil Morales. Xicarts recuerda que “Morales contaba con un ayudante que tenía una alergia que en aquel entonces se llamaba lunitis, ya que los lunes nunca venía a trabajar. Pero Morales realmente fue un fenómeno, subía los bloques, ataba la cuerda abajo, subía el andamio, descargaba los bloques y así sucesivamente, no tenía inconvenientes en hacerlo solo. Realmente fue él quien terminó toda la obra en base a mucho esfuerzo y pulmón. Todos los días entraba a las seis de la mañana, descansaba un rato al mediodía, comía, jugaba unos trucos en la vieja cantina, y luego volvía al trabajo”.
Así fue que lentamente el nuevo gimnasio que se vivía como un sueño cobraba su forma e ilusionaba a todos los playeros del alma.
Pero antes de que el gimnasio se inaugurara se produjo el fallecimiento de Juan Francisco Canil. El presidente de aquel entonces, Werther Yánez, recuerda al respecto que: “Fue un golpe duro para todos, el impulso, la capacidad y el compromiso de Cacho desde que asumió la presidencia en 1976 siempre estuvieron ligados con las mejoras y el crecimiento institucional. Su vacío fue imposible de llenar. Los directivos de aquel momento no dudamos ni un instante en que el nombre del nuevo gimnasio debía ser el de Juan Francisco Canil, un hombre que llevó la conducción del Club por 20 años y lo introdujo además al camino del profesionalismo deportivo”.
La obra del nuevo gimnasio fue un avance tremendo para el Club, realmente para todos los hinchas de Malvín de aquel momento fue una alegría enorme, un sueño cumplido que nos llevó muchos años de plasmar. Desde los directivos hasta varios socios y amigos anónimos dejaron su granito de arena para que hoy lo podamos disfrutar. Está en el centro del club, es el gran pulmón, el hacedor de innumerables alegrías para los amantes de la institución y del básquetbol. A 15 años de su inauguración, es bueno recordar el esfuerzo, la dedicación y la ilusión que despertó para muchos hinchas que hoy ya no están pero que permanecen vivos en él, latiendo en todos nosotros. Sin dudas una gran estrella que ilumina desde aquel momento y en cada día la historia de la playa.